viernes, 1 de julio de 2016

Buscando guayabas ando yo, anda usted, andamos nosotros





¡Ave María! Qué rico es escuchar una buena salsita. Me gusta la música. Mi gusto musical es bastante amplio (o al menos eso creo). Pero la salsa… la salsa tiene un lugar especial en mi corazón y en mis pies. Para mí la salsa es el recuerdo de las fiestas familiares en casa de mis tíos maternos. Bautismos, cumpleaños, Nochebuena, Navidad, día de Reyes eran la excusa perfecta para formar tremendo fiestón al son de Héctor Lavoe, Richie Ray y Bobby Cruz, Tito Rodríguez, Roberto Roena y su Apollo Sound; la Selecta, el Gran Combo, la Sonora Ponceña, la Fania All Star, entre otros. La música no paraba. Era otro más de los invitados, sino el invitado principal. Así que, no debe parecerles raro que yo le dedique unas líneas a la música en este ejercicio de comunicación llamado blog. 

Buscando guayaba pertenece al álbum Siembra que grabaron en conjunto Rubén Blades y Willie Colón. El mismo se lanzó al mercado en 1978 y contiene alguna de las canciones más icónicas de la salsa como lo son Pedro Navaja, Plástico y Siembra. Era la época de una salsa más intelectual y de crítica social, pero igualmente sabrosa y bailable. Claro está, cuando uno es una niña en 1978 lo de salsa intelectual importa poco. El hecho de que el tipo de la canción ande buscando guayabas, cuando a mí no me gustaba esa fruta, no me hacía ningún sentido. Además, si no encuentra la bendita guayaba ¿para qué sigue buscando? Que se consiga un mangó, un guineo o una piña. 

Al pasar los años pude entender que la guayaba no era guayaba y que las palabras no siempre son lo que parecen ser. ¡Benditas metáforas! Qué nos haríamos sin ustedes. Aquella sabrosa «guayaba» que buscaba el hablante lírico era al objeto de su deseo: «una guayaba salva y morena / una guayaba que esté bien buena»; una «prieta» con sabor a mentol y que lo haga detenerse en su caminar por el mundo. La voz lírica lo que busca es una mujer a quien amar. Y aunque el tema de la mujer como objeto y no como sujeto en la música tropical es harto interesantísimo, tendrá que ser harina de otro costal.

¿Qué es entonces lo que nos ha llamado la atención de esta canción para presentársela a ustedes? Creo que la clave está, no en la guayaba en sí, sino en la búsqueda. ¿Qué tiene el ser humano en su ADN que lo lleva siempre a ella? La búsqueda del amor, la búsqueda de la riqueza, la búsqueda de seguridad, la búsqueda de la longevidad, la búsqueda de la paz. Todos y todas andamos buscando nuestras propias «guayabas» que nos hagan detener en el camino y nos lleven a vivir a la casa dorada que es la felicidad. ¿O no es la felicidad, al final y al cabo, lo que buscas y se hace elusivo en el trayecto? Yo ando buscando mi guayaba, tú andas buscando tu guayaba, todos andamos buscando esa guayaba «que tenga sabor y que tenga mentol». En ocasiones, el cansancio del camino nos desmotiva y terminamos conformándonos con mangós, guineos o piñas (aunque en la realidad no metafórica todos son muy ricos y no tendría problemas en sustituir la bendita guayaba por ellos). En fin, la senda de la vida se presenta ante nosotros y nosotras con sus altas y bajas. El camino no es nada fácil, no obstante, le insto a que siga hacia adelante. El proceso de búsqueda le irá enseñando qué es lo más importante de todo aquello que usted anhela. Llegará el momento en el que lo que usted pensaba que lo haría feliz ya no es tan importante. Se crece y se madura en este caminar, por eso, son tan importantes los procesos. Siga hacia adelante, confíe en el proceso, esté dispuesto a dejar morir aquellas cosas que, usted sabe, ya no representa lo que lo hará feliz. Siga poco a poco, paso a paso: al final del camino la guayaba siempre aparece (tal vez vestida de un sabroso mangó).  

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