viernes, 29 de julio de 2016

Amo mis errores © (Poema)




¡Saludos a todos y todas! Hoy es día de blogueo. En la publicación pasada hablamos sobre lo que hacemos para calmar un coraje. También les compartí una de mis estrategias que es pintar mandalas. Les mencioné que en muchas ocasiones el pintar mandalas me inspira a escribir poemas. Hoy quiero compartir con ustedes, mi familia bloguera, uno de esos poemas. «Amo mis errores» lo escribí mientras trabajaba con el mandala rojo que ven en la foto. Espero que lo disfruten y que, al igual que yo, logremos aprender a amar nuestros errores y aciertos ya que la unión de ambos conforman la belleza de nuestro ser. 


Amo mis errores ©

Amos mis errores
como amo todos mis aciertos;
amo todas mis incertidumbres
como amo todas mis certezas.

Amo todos los ríos,
los caudalosos y los sosegados;
amo todas las tierras,
aquellas en las que siembro raíces
y en las que siembro olvidos.

Amo las flores y todos sus pétalos;
y, a veces, amo también sus espinas.

Amo todas estas cosas
porque he aprendido a amarme a mí misma
que estoy hecha de aciertos y desaciertos,
de incertidumbres y certezas.
Estoy hecha de ríos, de tierras;
de flores y también de espinas.

sábado, 23 de julio de 2016

Cómo controlar el temperamento explosivo (o pintando pececitos de colores)




¡AHHH!... A veces quisiera gritar como una loca; en otras quisiera golpear cosas. Trato de hacerme la intelectual y me digo “vamos, Lorem, que no es para tanto; sé racional”. No obstante, en ocasiones, el coraje llega de repente -coraje mezclado con estrés- y nubla todo el entendimiento. No grito como loca ni golpeo cosas (mucho menos personas). Lo que sí hago en ocasiones es comer de puros nervios y coraje. (Ok, ok. Sé que no lo debo hacer. Pero bueno, les estoy abriendo mi corazón, así que, nada de sermones). En fin, que trato de encontrar sosiego en la situación problemática con gratificación rápida y accesible. Ahora bien, como sé que eso no es bueno ni saludable, ando buscando alternativas que se ajusten a mí y a mi realidad. 

La idea de tomar un avión para visitar algún hermoso país o tomar un lujoso crucero es muy atractiva, pero no pasa de eso: de ser una idea atractiva. Al fin y al cabo, no puedo tomar un avión cada vez que me vaya a dar un coraje. ¡Imagínense! En fin, que he estado auscultando diferentes estrategias para encontrar aquella que me ayude a calmar mi ánimo cuando de coraje se trate. En ese proceso de búsqueda he dado con algo que tal vez a muchos de ustedes no le sea extraño.

Hace meses -tal vez un año- se ha puesto de moda los libros de pintar para adultos. Vienen unos con mensajes inspiradores; otros, con bellísimos diseños para colorear. La idea es centrarse en una actividad que demande concentración, pero que no conlleve preocupación. Además de los libros de colorear, también se ha puesto de moda hacer mandalas. Esto me ha parecido mucho más atractivo. Dibujar círculos concéntricos y de ahí empezar a eloborar diseños se ha convertido para mí en un pasatiempo de lo más interesante, entretenido y relajante. Pongo música instrumental, saco mis libretas y a pintar se ha dicho. El problemilla (si es que se le puede llamar así) es que cuando estoy en este ejercicio se estimula mi sensibilidad artística y me pongo a escribir. Un profesor que tenía en la universidad, el Prof. Josemilio González, nos decía en su clase que “el arte engendra arte”. Y no es que considere que lo que yo hago sean piezas de arte, pero sí veo cómo cobra vida las palabras del buen profesor. Entonces, ya no se hace raro para mí escribir poemas cuando dibujo mandalas. Para mí ya se han convertido en la representación escrita de la expuesto pictóricamente; que a su vez es la manifestación de mi Yo interior que busca una salida a una situación de gran tensión. (¡Uy! Esto suena a cosa muy profunda). 


Sea para uno relajarse, canalizar algún coraje o expresar un sentimiento, el arte no hace otra cosa más que mostrar las interioridades, debilidades y temores de aquel o aquella que crea. Puede ser un artista renacentista, barroco, ilustrado, romántico, modernista, vanguardista, contemporáneo, etc., las interioridades de su humanidad siempre permearán su obra; y el hecho de que su humanidad esté allí incrustada es lo que convierte la obra de arte en un clásico. Por lo tanto, a la hora de controlar un temperamento explosivo, o no tan explosivo, siempre se puede respirar profundo, escuchar música relajante y dejar que el arte canalice las sombras de nuestra existencia y las transforme en la luz de las posibilidades. Así que, con el permiso de ustedes, me voy a pintar pececitos de colores.   

sábado, 16 de julio de 2016

A veces lo justo no es lo más correcto


Me quiero confesar: me gustan las redes sociales. Esto parecerá para ustedes una cosa tonta o de menor importancia. No obstante, para mí es algo grande porque la sociedad espera que una dama de cierta edad (que no es mucha, por si acaso) y de cierta preparación universitaria no ande «perdiendo el tiempo» en cosas tan frívolas como las redes sociales. ¡Pero me encantan!Qué puedo hacer, si me divierto muchísimo con ellas y las mismas me han dado la oportunidad de convertirme en bloguera y hablar con ustedes. Afortunadamente no he desarrollado un vicio por ellas, pero de que siento un placer oscuro y malsano, lo siento.

Este placer que me generan las redes sociales a veces se me tuerce porque la gente escribe cada cosa que prueban mi paciencia a niveles que jamás pensé que se podía llegar. Y suelo ser tolerante (SUELO) porque me repito una y otra vez que las personas tienen derecho a tener opiniones diferentes a las mías. (En ocasiones quisiera decir par de insultos, pero me los reservo para no ofender). En fin, que siendo yo tan opinadora en este blog me parece curioso que no lo sea tanto en las demás redes. Tal vez sea que aquí presento las cosas como las siento y si ustedes siguen conmigo es que están de acuerdo; o no están de acuerdo, pero los he llevado a reflexionar. Quién sabe si es que encuentran la página entretenida, lo importante es que seguimos juntos en esta aventura que es Entre San Juan y la Mancha

Como les decía, a veces las personas escriben unas cosas, ya sean en Facebook o Twitter, que me sacan el «monstruo». Usualmente logro controlar a la bestia en mí, pero hoy he decidido soltarla un rato porque hay un asunto de justicia por el medio y para defenderla no se puede ser silente, sino militante. Miren, en todas mis páginas de Facebook siempre aparece alguien que le da share a algunas de las publicaciones de la Real Academia Española con respecto al uso del lenguaje inclusivo. El lenguaje inclusivo es cuando en una oración marcamos tanto el género masculino como el femenino. Por ejemplo: «Todos y todas hemos llegado en esta mañana a este lugar a tener un momento de reflexión». Algunas personas lo marcan así, todos/as; otras de esta manera, tod@s.  Obviamente, la Academia está opuesta a esto. Según ella «este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico»; «la mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto»; «el uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto» (o sea, que en un salón pueden haber 99 mujeres y un solo hombre y por ese único hombre se hacen invisibles a 99 mujeres con el masculino genérico... Jumm); «la actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas».  

Artificioso o no artificioso, el lenguaje inclusivo se presenta como parte de la evolución del lenguaje; evolución lenta, pero certera, que en estos tiempos se alimenta de las luchas de los grupos minoritarios que el poder patriarcal, elitista y heteronormativo trata de ocultar y silenciar. No debemos olvidar que un idioma no es solo el cúmulo de un grupo de palabras que interactúan entre sí. ¿O es que acaso hemos olvidado el trabajo de Ferdinand de Saussure? ¿Es que nadie recuerda que el lenguaje permite un acercamiento diacrónico y sincrónico? La relación significante-significado no es estática, como no lo es la relación de las palabras entre sí en una oración, en un párrafo o en un discurso. Las palabras también se relación en tiempo y espacio. El lenguaje cambia, se transforma, se ajusta a la necesidad del individuo y de la sociedad. Surgen nuevas palabras (neologismos); desaparecen otras (arcaísmos); la construcción gramatical va cambiando sus reglas, así como el estilo del habla y la escritura se modifica al pasar de los siglos. Digo, todo esto me parece evidente cuando ninguno de nosotros (ni de los miembros de la Real Academia) habla o escribe el castellano como lo propuso Antonio de Nebrija en su Gramática castellana del 1492. Así que, decirme a estas alturas que el lenguaje inclusivo es artificioso e innecesario y que va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas, me parece (y lo diré con mucho respeto, pero con convicción) totalmente absurdo. 

Creo que, al final y al cabo, de lo que se trata es de lengua y poder. Nosotros y nosotras como latinoamericanos entendemos esto demasiado bien. La llegada del español a nuestras tierras representó la desaparición de muchas lenguas nativas y la imposición de una nueva cosmovisión, junto con una nueva escala de valores. La conquista y colonización de América nos enseñó que el idioma no es solo un idioma: la lengua es control, dominio y poder sobre aquellos y aquellas que considero más débiles. Esta realidad de privilegiar un lenguaje sobre otro, la han vivido también los gallegos, los vascos y los catalanes. 

Teun Van Dijk, en Ideología: un enfoque multidisciplinario, nos dice que «las mentes de los usuarios del lenguaje moldean y son moldeadas por el discurso y otras prácticas sociales en contexto». (O sea, que cuando una niña comienza su proceso de adquirir el idioma materno, se encuentra desde ya con la realidad de que el género masculino es el genérico, el femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto y que sin importar que las mujeres sean mayoría en un grupo mixto, siempre debemos escoger el masculino genérico. En resumidas cuentas, la niña va aprendiendo que su lugar en la sociedad es ser segunda o invisible).

Como les dije en un principio, hoy mi monstruo anda suelto, pero ya es hora de ir calmándolo o esto será tan largo, según dicen en mi país, como la esperanza del pobre. Quisiera, entonces, para concluir, presentarles una cita más. José Luis Linaza en su libro Jerome Bruner: acción, pensamiento y lenguaje, citando a Bruner, nos dice:

...El contexto en que se desenvuelve el individuo es de vital importancia para desarrollar el lenguaje, el cual, en primer lugar, le permite solucionar los problemas de comunicación que se presenten, producto de su experiencia con la sociedad que le rodea y en segundo, para construir mundos sociales y desenvolverse en ellos. De ahí que el lenguaje no sea sólo un cúmulo de oraciones «ni un catálogo de significados, sino un instrumento a través del cual los seres humanos crean, constituyen o estipulan un mundo social que pueden compartir».

Como hemos visto, el lenguaje se nutre de elementos, no solo lingüísticos, sino también extralingüísticos. El mismo sirve, no solo para la comunicación simple y llana, sino para moldear ideas y crear el mundo social que rodea al individuo. Es también un instrumento de control y poder de aquellos grupos que la sociedad ha privilegiado y que trabajan, de manera consciente o inconsciente, en detrimento de las minorías. La lengua no solo es el vehículo a través del cual nos comunicamos, sino que también es el medio a través del cual conocemos al mundo y sus valores. Por lo tanto, el lenguaje inclusivo es parte de los cambios que se están llevando a cabo en el español como parte de su proceso evolutivo. Oponerse a él es oponerse al proceso mismo de la vida y de esta en sociedad. ¿Que es complicado? ¿Que no sé cómo leerlo? ¿Que se usan demasiados signos de diagonal? Sí, lo sé. Sé que para muchos esto puede ser una gran complicación. No obstante, recuerden que el lenguaje inclusivo está en su proceso de evolución y experimentará cambios según la sociedad los vaya necesitando. Lo que tenemos hasta ahora no es final y firme; lo que tenemos ahora está en cambio y ajuste constante.  

No podemos perpetuar modelos de injusticia en nuestra lengua para no «complicar» el entendimiento de la misma y defender el parámetro de economía del lenguaje. Tenemos que apropiarnos de la lengua y convertir al lenguaje inclusivo en nuestro instrumento más combativo contra todo lo injusto. Cuando lo uses, tal vez te digan que estás mal o que su uso no es correcto, pero recuerda: a veces lo justo no es lo más correcto.

viernes, 8 de julio de 2016

Al calor de los cuerpos ® (cuento)




El ambiente era el mismo de todas las noches: pobre iluminación, colillas de cigarrillo por todo el suelo, par de mesas de madera en mal estado acompañadas con sus sillas en igual condición; sobre cada mesa, una vela, una botella de licor, dos vasos de cristal y una conversación superflua. El humo de los cigarrillos había creado una gran nube, teñida de las incipientes luces, olorosa a alcohol y sudor. Allí en el arrabal era día de milonga. Hoy se baila tango.

Él llegó al lugar como todas las noches: pasadas las diez; vestido de pantalón y gabán gris algo gastado, camisa blanca, corbata negra y un sombrero a lo Gardel. Pasó el umbral. Esperó a que sus ojos se acostumbraran a la penumbra del local. Sacó el pañuelo y secó su frente. Entonces la vio: sentada en la falda de un hombre, lanzando una carcajada mientras convencía al ya intoxicado señor a que se bebiera otro trago. 
  
Ella reaccionó como todas las noches: tomó el trago que le había invitado aquel hombre de un golpe y sin respirar; cerró los ojos y dejó que una gota de licor descendiera de la comisura derecha de sus labios y se perdiera por la hendidura de sus senos. Se permitió el lujo de dejar los ojos cerrados por un milenio -o un segundo, que en su caso era lo mismo-. Cuando los abrió, se encontró con los de él: los mismos ojos que la buscaban pasadas las diez.

Como todas las noches, entre medio de todo el bullicio del boliche, unos acordes anuncian su canción. Ella se levanta de la falda del ahora cliente inconsciente. Agarra el dinero que hay sobre la mesa, lo cuenta, se queda con una parte y llama al mesero quien limpia y toma el resto. Con sus movimientos lentos, acompasados, casi etéreos, la mujer se acerca al centro del lugar. El hombre, también había comenzado a caminar hacia aquel espacio destinado para el baile. Cuando se encontraron frente a frente, ya varias parejas habían empezado a dibujar sobre el suelo los giros adoloridos y sufridos que proponía la canción.

Él extendió su mano izquierda hacia ella mientras se hundía irremediablemente en la noche eterna de sus ojos. Ella dejó que su mano derecha se deslizara sobre aquella que le invitaba a un viaje sin retorno. Él la acercó hacia sí y ella colocó su brazo alrededor de aquel hombre como si fuera un ala. Al roce de las mejillas, los ojos se cerraron inevitablemente. El cambio de peso de un pie a otro anunciaba el comienzo de la travesía. Un paso, luego otro, una pausa, un desliz. Al calor de los cuerpos, la necesidad de estar más cerca se hacía evidente, como se hacía evidente en cada uno de los rostros el dolor que embargaba cada corazón. Giro en el mismo sitio, cruce de piernas y el pie de ella que roza la pantorrilla de su compañero.

Tú...
yo sé que el cielo,
el cielo y tú,
vendrán acá para salvar
mis manos presas a esta cruz.
Si esta mentira audaz
busca mi pena,
no la descubras tú
que me condena.
Guárdala en ti,
que es mi querer,
desengañarme así
será más cruel *

Él, como todas las noches, sintió que la mejilla húmeda de su compañera se alejaba de la suya y que ella lo miraba a los ojos, tan cerca que un beso hubiera podido salvar esa distancia. «Ya es hora» susurró en una lengua que él pensó que era lunfardo. Mientras miraba aquellos ojos-noche, las llamas -que habían sido invocadas por una vela que en el traspié de algún borracho había dado contra una cortina mugrienta- se habían levantado como gigantescos árboles de fuego que intentaban cubrirlo todo con sus frondosas llamaradas.

- Ya es hora. Vete.
- Volveré mañana.
- No lo hagas. Descansa.
- No puedo. No podré nunca.

Él no pudo evitar, como todas las noches que llegaba al lugar, cerrar los ojos y recordar aquel terrible día: el único en el que, molesto, se había marchado del boliche sin ella. Aquella madrugada, al enterarse que aquel antro se consumía bajo las llamas purificadoras de un incendio, corrió hasta allá, encontrándose con la catastrófica realidad de los cuerpos calcinados aun humeantes. Ya han pasado 10 años y desde ese entonces, pasadas las diez, el hombre se coloca en medio de las ruinas con los ojos cerrados.

        - Te tienes que ir. Ya es hora.
        - Volveré mañana.
        - No lo hagas. Descansa.

No...
no me repitas ese adiós...
que esto lo sepa solo Dios,
el cielo 
y tú. *

__________

* Marcó, Héctor (letra) y Mario Canaro (música). Tú, el cielo y tú. http://www.todotango.com/musica/tema/3181/Tu-el-cielo-y-tu/

Tango de 1944


viernes, 1 de julio de 2016

Buscando guayabas ando yo, anda usted, andamos nosotros





¡Ave María! Qué rico es escuchar una buena salsita. Me gusta la música. Mi gusto musical es bastante amplio (o al menos eso creo). Pero la salsa… la salsa tiene un lugar especial en mi corazón y en mis pies. Para mí la salsa es el recuerdo de las fiestas familiares en casa de mis tíos maternos. Bautismos, cumpleaños, Nochebuena, Navidad, día de Reyes eran la excusa perfecta para formar tremendo fiestón al son de Héctor Lavoe, Richie Ray y Bobby Cruz, Tito Rodríguez, Roberto Roena y su Apollo Sound; la Selecta, el Gran Combo, la Sonora Ponceña, la Fania All Star, entre otros. La música no paraba. Era otro más de los invitados, sino el invitado principal. Así que, no debe parecerles raro que yo le dedique unas líneas a la música en este ejercicio de comunicación llamado blog. 

Buscando guayaba pertenece al álbum Siembra que grabaron en conjunto Rubén Blades y Willie Colón. El mismo se lanzó al mercado en 1978 y contiene alguna de las canciones más icónicas de la salsa como lo son Pedro Navaja, Plástico y Siembra. Era la época de una salsa más intelectual y de crítica social, pero igualmente sabrosa y bailable. Claro está, cuando uno es una niña en 1978 lo de salsa intelectual importa poco. El hecho de que el tipo de la canción ande buscando guayabas, cuando a mí no me gustaba esa fruta, no me hacía ningún sentido. Además, si no encuentra la bendita guayaba ¿para qué sigue buscando? Que se consiga un mangó, un guineo o una piña. 

Al pasar los años pude entender que la guayaba no era guayaba y que las palabras no siempre son lo que parecen ser. ¡Benditas metáforas! Qué nos haríamos sin ustedes. Aquella sabrosa «guayaba» que buscaba el hablante lírico era al objeto de su deseo: «una guayaba salva y morena / una guayaba que esté bien buena»; una «prieta» con sabor a mentol y que lo haga detenerse en su caminar por el mundo. La voz lírica lo que busca es una mujer a quien amar. Y aunque el tema de la mujer como objeto y no como sujeto en la música tropical es harto interesantísimo, tendrá que ser harina de otro costal.

¿Qué es entonces lo que nos ha llamado la atención de esta canción para presentársela a ustedes? Creo que la clave está, no en la guayaba en sí, sino en la búsqueda. ¿Qué tiene el ser humano en su ADN que lo lleva siempre a ella? La búsqueda del amor, la búsqueda de la riqueza, la búsqueda de seguridad, la búsqueda de la longevidad, la búsqueda de la paz. Todos y todas andamos buscando nuestras propias «guayabas» que nos hagan detener en el camino y nos lleven a vivir a la casa dorada que es la felicidad. ¿O no es la felicidad, al final y al cabo, lo que buscas y se hace elusivo en el trayecto? Yo ando buscando mi guayaba, tú andas buscando tu guayaba, todos andamos buscando esa guayaba «que tenga sabor y que tenga mentol». En ocasiones, el cansancio del camino nos desmotiva y terminamos conformándonos con mangós, guineos o piñas (aunque en la realidad no metafórica todos son muy ricos y no tendría problemas en sustituir la bendita guayaba por ellos). En fin, la senda de la vida se presenta ante nosotros y nosotras con sus altas y bajas. El camino no es nada fácil, no obstante, le insto a que siga hacia adelante. El proceso de búsqueda le irá enseñando qué es lo más importante de todo aquello que usted anhela. Llegará el momento en el que lo que usted pensaba que lo haría feliz ya no es tan importante. Se crece y se madura en este caminar, por eso, son tan importantes los procesos. Siga hacia adelante, confíe en el proceso, esté dispuesto a dejar morir aquellas cosas que, usted sabe, ya no representa lo que lo hará feliz. Siga poco a poco, paso a paso: al final del camino la guayaba siempre aparece (tal vez vestida de un sabroso mangó).