lunes, 2 de abril de 2018

Esa locura llamada primavera



¡Ya llegó! ¡Wepa! Al fin llegó la primavera. No solo de nombre o porque lo dice el calendario. Los días ya son más largos y calientes; se escuchan las aves; las flores comienzan a despertar. En fin, que todo se va transformando en una explosión de color y melodía. ¡Es hermosa locura! Jamás pensé que la primavera fuera capaz de contagiar a uno con su alegría pueril y desenfadada. Me ha contagiado tanto que quisiera meterla dentro de mi casa. Quiero comprar flores, tiestos, tierra, plantas y colocarlas en la sala, la cocina y los cuartos. Jum... Pero mejor desisto de la idea de encerrar la primavera en la casa porque capaz es que se me olvida hecharle agua a las plantas y en vez de un invernadero termino teniendo un cementerio. ¡Ay, ay, ay!

La primavera tiene sus encantos, pero también tiene sus sorpresas. Sales de tu casa con camisa de manga corta, disfrutando de un sabroso clima de 68 grados Farenhait, entras al supermercado hacer compras y cuando sales ¡bum! te encuentras con unos traviesos 55 grados. (Bueno, quizás exagero un poco). Entonces, la camisa de manga corta no es suficiente y le ruegas a Dios camino al carro que no se te haya olvidado el abrigo en la casa. 

Igual me gusta la primavera. Ella representa la esperanza de todo lo bueno. Después de los inviernos de la vida, por helados que estos sean, la primavera llegará con su concierto de sonidos, colores, proyectos, planes y expectativas. Es posible que tu invierno se haya llevado algunos sueños, algún proyecto, algún ser querido. Mas que no caiga la fe, que no caiga la esperanza. Otro día ha llegado; otra temporada con nuevos sueños, planes y gente que necesita de ti. ¡Levántate! ¡Sigue adelante! Mete la esperanza a tu casa. ¡Ya llegó esa locura llamada primavera!