viernes, 23 de junio de 2017

Reflexiones veraniegas II: releyendo el inicio



Oficialmente, llegó el verano. ¡Playa es lo que hay! ¡Wepa! ¡Eso es! Cualquiera que me oye pensaría que soy una fiebrúa* de la playa. Pero, si has leído mi blog anteriormente, sabes que no es así (http://entresanjuanylamancha.blogspot.com/2017/06/reflexiones-veraniegas-i-amando-la.html). Yo amo el amar desde lejos, platónicamente, oníricamente, pero con nostálgica pasión. Tal es así que, mientras les escribo, escucho música instrumental con sonido de olas incluido. ¡Qué les puedo decir! Soy isleña y el mar es parte de mí. Y, aunque he comenzado mencionando la playa, mi pensamiento va más inclinado a la llegada del verano. Lo que sucede es que, siendo puertorriqueña, se hace bien difícil hablar del verano sin mencionar el mar. Ahora que lo pienso, es difícil hablar del verano sin mencionar el mar y cualquier otro tipo de cuerpo de agua. ¡Qué no es de ningún cuerpo de agua que les voy a hablar! Ustedes disculpen que ando dando tientos a diestra y siniestra. Lo que sucede es que el tema de hoy vino a mí a causa del tiempo de vacaciones que provee el verano y esa época del año en Puerto Rico siempre está ligada a la playa de alguna u otra manera.

El verano suele estar ligado a las vacaciones. No siempre este es el caso. Usualmente, uno toma vacaciones según las necesidades de la empresa y del empleado... usualmente. Esto implica que el tiempo de descanso no necesariamente caerá en verano: a veces puede caer en primavera, en otoño o en invierno. Pero, si seguimos el calendario escolar, las vacaciones más extensas son las de verano. Y precisamente, por ser las más largas, ellas ofrecen un tiempo privilegiado para la reflexión.

Antes de sentarme a hablar con ustedes, estaba releyendo una de las páginas de uno de mis blogs que se llama El Inicio**. Hace cuatro años que escribí esa corta presentación de cómo comenzó este invento de ser bloguera***. En aquel momento solo deseaba escribir para ayudar a mis estudiantes. Quería ser «cool» para llegar a ellos. Quería poder desarrollar técnicas novedosas para llamar su atención y enamorarlos del lenguaje, de sus partes y de la literatura. En ocasiones, los estudiantes sienten aversión a conocer las estructuras del lenguaje y su literatura, porque ven a los cursos de Español como un gran dolor de cabeza del que quieren deshacerse. Agudas, llanas, esdrújulas; pretérito pluscuamperfecto; verbos, sustantivos, preposiciones; narrador en primera, segunda o tercera persona; madrigal, soneto o verso libre: son solo algunas de las cosas que espantan a nuestros estudiantes. Tal vez la culpa de eso está en nosotros, los educadores, que no hemos sabido como presentar la materia. Tal vez la culpa es del sistema o de la sociedad o de la mentalidad capitalista de la educación. Yo no lo sé y no lo pienso discutir aquí... por ahora. Lo que sí sé es que cuando un estudiante se enamora de un curso, no hay quien lo pare en su deseo de aprender. Posiblemente, eso fue lo que me llevó a escribir, en primera instancia, un blog. Quería hacer algo divertido para atraer su atención y que los enamorara de la clase de Español como yo lo estaba. No obstante, el levantar un blog que hablara, no solo de los por menores del idioma sino también de mis vivencias y observaciones, despertó en mi las ansias de escribir de forma más premeditada y comprometida. Ya no solo era cuestión de preparar algún material que le gustara a los estudiantes o que los motivara; ahora se trataba de darle rienda suelta a una voz que había permanecido callada por muchos años y que ahora encontraba una plataforma de expresión. Me parece que, al final y al cabo, eso es lo que busca todo bloguero: un escenario desde donde contar su historia. Ser bloguera me ha llevado a contar mi historia fuera del aula de clase, más allá de las fronteras geopolíticas que puedan existir. Escribir Entre San Juan y la Mancha me ha permitido ver que las locuras que vivo no son solo mías, sino que existe un conglomerado de personas de diferentes partes del mundo que experimentan esa sin razón llamada vida. Escribir un blog me ha hecho parte de una comunidad de soñadores que quieren ser felices y hacer felices a los demás. Cada uno con su voz, con su discurso, con su llamado.





Con todo y que sé que estoy haciendo lo que tengo que hacer, se repite en mi mente la misma pregunta que me hice hace cuatro años: ¿bloguera yo? Después de todo lo vivido y de todo lo escrito puedo afirmar que sí, soy bloguera. No sé si soy «cool» o estoy «trendy», pero sí sé que tengo algo que decir. Tú también tienes algo que decir. Compártelo. Déjame escuchar tu voz como tú escuchas la mía. Vamos, escribe un comentario bajo estas líneas. Suscríbete y sigue junto a mí en esta aventura porque entre los vericuetos del lenguaje siempre hay un lugar para una quijotada

Hasta la próxima publicación y nos vemos Entre San Juan y la Mancha


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* Fiebrú/a: adj. Término familiar para fanático, admirador.
*** Hace cuatro años comencé mi blog por Wordpress.com. El artículo en cuestión se encuentra allí bajo el título «¿Tutora bloguera? ¡Por qué no!».

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