viernes, 5 de mayo de 2017

Cavilaciones y otras lujurias no confesadas



Simplemente es bello. Es bello desde la inocencia y es bello desde la lujuria. Es bello para contemplarse y es bello para soñarse. En fin, que Tom Hiddleston es más hermoso que un cupido. Instalados desde esa belleza, se erigen toda una serie de castillos en el aire alrededor del objeto de nuestro deseo. Es entonces cuando ese objeto (objeto, sí, porque deja de ser sujeto para convertirse en el objeto de nuestras fantasías) se ve adornado de toda una serie de virtudes, cualidades y talentos que no necesariamente están sustentados por la realidad. Para nosotros y nosotras hay una sola verdad: la que nos pintan la imaginación y la fantasía. 

Oye, yo no estoy diciendo que ese actor carezca de virtudes, buenas cualidades o talentos. Lo que digo es que en el mundo de la ilusión y la fantasía poco importa la verdad que los demás ven, sino la que perciben los hechizados ojos de nuestras pasiones. Porque en cada virtud con la que adornamos a nuestro «amado» se ve reflejada nuestra búsqueda, nuestra necesidad o nuestro vacío. También se pueden esconder algunos asuntos no resueltos o temores que no se quieren enfrentar. Esto podría ser hasta contraproducente si nuestras relaciones amorosas se ven boicoteadas por la idea de «yo quiero un hombre como Tom Hiddleston» cuando el hombre que deseas es el resultado de tus fantasías encarnadas en un cuerpo y, por lo tanto, no existe en el mundo real. A todo esto yo le llamo el «síndrome de Dulcinea del Toboso».



Sabemos que Dulcinea del Toboso era la interpretación caballeresca que don Quijote hizo de Aldonza Lorenzo: una saladora de puercos que no había visto  ni cuatro veces en su vida. Don Quijote convirtió a esta en la dama de sus pensamientos y en su refugio contra las pasiones carnales. Varios fueron los momentos en los que el Caballero de la triste figura pudo haber dado rienda suelta a sus pasiones; no obstante, el pensamiento de su señora Dulcinea lo detenía. Igualmente, don Quijote pudo haber encontrado el amor en otros brazos, pero las cualidades y virtudes de su amada, le hacían declinar de los requiebros de otras damas porque ninguna se podía comparar a la sin par Dulcinea del Toboso. 

¿Qué podemos sacar, entonces, de todo esto? Que usted puede tener todas las fantasías que quiera con Tom Hiddleston, o el que sea, pero recuerde: 1) el amado perfecto no existe -es un constructo, así que, deje de estar rechazando a todos los prospectos por nimiedades- ; 2) el amor conlleva riesgo; 3) el amor se construye; y 4) trabaje con usted primero, enfrente sus temores y siga hacia adelante.   

Yo, mientras tanto, seguiré deleitándome en mi caballero inglés; guardando todas las fotos que pueda en mi tablero en Pinterest hasta la próxima publicación de Entre San Juan y la Mancha.



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