Estoy huyendo,
lo sé.
Te estoy huyendo.
No quisiera rozar con los dedos tu espalda;
como tampoco quiero poner mi frente contra ella
mientras inhalo lentamente tu olor a sándalo y
especias.
Voy a la huida,
pero no me dejas.
Sabes que si acaricio tu espalda y me sumerjo en tu
aroma
me convertiré en convergencia de ríos y riachuelos.
Las aguas me inundarán los ojos,
la boca,
los oídos,
el sexo.
Seré toda manantiales
y tú solo serás la tierra seca.
Te estoy huyendo,
lo sé.
No me lo repitas en el estruendoso alarido de tus
silencios.
Te colocas frente a mí para evitar la fuga;
y te quedas tan sereno, tan calmado.
Colocas tu frente sobre la mía con los ojos
cerrados.
Respiras profundo.
Tomas mis manos y las volteas para mirar las
palmas.
Abres los ojos y lees calladamente las palabras
escritas en ellas.
Suspiras
y tu suspiro es la sentencia que intuyo en las
entrañas.
Estaba huyendo de ti,
lo sabes.
Huía de tus ojos,
de los labios,
de tu voz;
huía de cada pensamiento elucubrado en tu
cerebro.
Sobre todo, huía de aquellas ideas que vendrían
a ti
inspiradas en las palabras inscritas en mis
manos.
Pero ya es tarde.
Levanto la mirada
para encontrarme con tus ojos nocturnos.
Libero mis manos de la prisión de tus dedos
y recorro con ellas cada espacio de tu cuerpo.
Tu rostro,
tu torso,
tus piernas,
tu sexo
se esculpen al roce de las palabras
que se trasforman en cinceles.
Entonces, me sonríes
porque ya no huyo;
porque lograste que cumpliera mi destino:
que más allá de mi silencio hubiera poesía.
* Escultura del artista Gil Bruvel
http://thedesigninspiration.com/articles/flow-stainless-3d-functional-and-sculptural-art/
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