(https://images.sciencedaily.com/2015/03/150312142909_1_900x600.jpg)
Sí, hablar de esperanza en estos tiempos parece una locura. La tristeza,
el desasosiego, la angustia, parecen intentar hacer sus nidos en el alma
colectiva de los pueblos. Los recientes acontecimientos ocurridos en el estado
de la Florida añaden una lágrima más a nuestra ya llorosa conciencia. Pareciera
como si los heraldos negros* de César Vallejo cabalgaran salvajes y desbocados
sobre la faz de la tierra. Ante tanto dolor, las voces que se han ido levantando
han sido voces de dolor, desesperanza y deseos de venganza. ¿Será acaso esta
última la solución para erradicar, o al menos minimizar, el sufrimiento de la
humanidad? Es entonces cuando hablar de esperanza se hace locura, pero una
locura necesaria.
¿Qué es esperanza? Como
término, la palabra esperanza se
define como «estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo
que se desea»**. La esperanza cambia nuestro ánimo transformando ante nuestros
ojos las circunstancias, haciendo que lo que deseamos sea algo posible y
alcanzable. Entonces, ¿qué necesitamos para que la esperanza sea una realidad
en esta sociedad convulsa? ¡Esperanzadores! Mujeres y hombres que den, y
provoquen, esperanza. Y aunque la palabra esperanzador
aparezca en el diccionario como adjetivo y no como un sustantivo, me tomaré
esta libertad poética de trastocar, por
un instante, su función. ¡Necesitamos esperanzadores! Gente
que dé esperanza en los momentos de mayor oscuridad. ¡Necesitamos
esperanzadores! Personas que provoquen ese cambio de ánimo en el prójimo que
los lleve a visualizar como posible lo que se desea; mas no solo visualizar,
sino también
que lo provoque a luchar por aquello que la esperanza sabe que es alcanzable.
En un mundo tan dolido, tan enfermo, tan sufrido y violento ¿qué es lo que deseamos?
La paz. No traigo esta respuesta como una simplista del tipo concurso de
belleza. La paz hay que trabajarla, hay que construirla, hay que sudarla. La
paz exige sacrificios de nuestra parte: que le demos nuestro tiempo, nuestras fuerzas;
que sirvamos con humildad, con entrega, con pasión. Ser un constructor de paz
no es sencillo. Ser un provocador de esperanza tampoco lo es, pero nos ha tocado vivir un momento en la historia en que se hace urgente y necesario que
se levanten hombres y mujeres que se conviertan en esperanzadores. ¿Te convertirás tú en un esperanzador? No es tiempo
de hablar de paz; es tiempo de trabajar por ella.
Sé que hablar de
esperanza en estos tiempos parece una locura, pero no existe un momento más
pertinente que este para hablar de ella. Además, ¿por qué tenerle miedo a esta
locura? Al fin y al cabo, entre San
Juan y la Mancha siempre habrá espacio para alguna quijotada.
__________
*http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/ha/vallejo/los_heraldos_negros.htm
** (http://dle.rae.es/?id=GYjXr3Q).
#unalocurallamadaesperanza
#entresanjuanylamancha
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